Y Ahora… ¿Quién podrá defendernos?




El varón víctima de violencia familiar?.

“Soy victima diariamente de la violencia familiar que mi mujer ejerce sobre mi. Violencia psicológica y alguna que otra violencia física, en una ocasión no quise tener relaciones sexuales con ella y me metí al baño, fue al pasillo y trajo una pala, destrozo el cristal del baño y exigía que saliera, que “tenia que cumplir con mi obligación de marido”. Días después su comportamiento paso del odio al amor, después a la tensión, la violencia y la amenaza de irse y llevarse mis hijas para luego decirme que no puede vivir sin mí…he querido separarme de ella y seguir siendo el padre de mis hijas. Pero no lo hago por temor a que la sociedad PREJUICIOSA en la que vivimos le de la tenencia total de mis hijas a esta persona y me castigue por algo que no he hecho… debo seguir en esa casa sufriendo la violencia familiar para asegurarme estar al lado de mis hijas ya que es muy probable que la sociedad NUNCA me crea del maltrato diario que sufro…”

 Lo anterior es el extracto de una carta X que me encontré en un expediente X de hace unos meses y por cuestiones de espacio no lo pongo completo.

Pero podemos ver que el relato refleja un alto dolor, amargura e impotencia. Es un grito de protesta y una solicitud de ayuda, ante la presunción generalizada de que las mujeres son siempre las víctimas y los hombres siempre los agresores dentro del fenómeno de la violencia familiar. La idea de que el varón podría ser víctimas de abuso y violencia doméstica es tan increíble para la mayoría de las personas, que muchos hombres ni siquiera intentan divulgar su condición.

Si se da a conocer la situación, más de uno lo comenta como una novedad o con cinismo y burla, tanto por sus “amigos” como por los que investigan la situación. Aún en nuestros días, los mitos y prejuicios prevalecen dentro de la sociedad. Se siguen adjudicando características y roles que tanto el hombre como la mujer deben desempeñar dentro de las relaciones de pareja: la mujer es el “sexo débil” --dada a la ternura y la emocionalidad, es vulnerable y necesitada de amparo y protección. El hombre es el “sexo fuerte”, el “macho” -- enérgico, valiente, competitivo, callado, invulnerable a la ternura y la emocionalidad, proveedor y protector del más débil. Sin embargo, el hombre también puede ser agredido física, psicológica, emocional, económica y hasta sexualmente. Esta problemática que sí existe --aunque no en el mismo porcentaje alarmante de la víctima mujer--, no es nueva, pero en los últimos años se está haciendo más evidente. Sin embargo aún no se ha logrado precisar en su real magnitud y su intervención como fenómeno social ha sido limitada consciente o inconscientemente, por ribetes culturales, religiosos, políticos, económicos. Es además, desconocida por legisladores y por la sociedad en su conjunto. La realidad es que en la práctica, no se le considera como violencia, se minimiza o se ridiculiza.

Observamos una escena en la que el marido maltrata a la mujer: sentimos indignación, nos incomoda, lo desaprobamos y criticamos. Observamos otra escena en donde la mujer es la que maltrata al marido: nos causa gracia, nos reímos y lo aprobamos porque pensamos que el “débil” está venciendo al “fuerte”. Sin embargo, no nos damos cuenta de que en ambas escenas, se está ejerciendo violencia. Ejemplo de ello lo tenemos en innumerables programas cómicos, en publicidad y en varios medios de comunicación.

Los factores comunes para que el varón víctima no se separe o haga la denuncia, son culturales, sociales e individuales y están en estrecha relación con las causas que originan este fenómeno.

Los estereotipos rígidos del varón con lo que se espera de él como “macho” o el temor a las burlas hacen que trate de esconder el problema. En ese “esquema social” de proveedor, jefe de familia y protector, una denuncia de agresión significaría trastocar los roles establecidos, donde se supone que el varón es el que “lleva las pantalones” y en ultimo de los casos el que maltrata es el. Para muchos es inadmisible reconocer ante sí mismo y ante los demás la caída de su superioridad. No denuncian porque el maltrato de sus esposas o hijos es un duro golpe a su autoestima. Hay sentimientos comunes en el hombre maltratado: soledad, sufrimiento, vergüenza, pobre autoestima, culpa, inhibición, propensión a la humillación o temor a tomar una decisión. . La soledad que sienten es el denominador común. Callan, sufren en silencio pues no hablan sobre su situación ni con el familiar más cercano ni el amigo de confianza. Su respuesta ante la violencia es quedarse callado y aceptar el hecho con resignación o huir momentáneamente de la situación o incluso llegar al suicidio.

No es frecuente que un hombre exprese sus sentimientos y debilidades y le diga a alguien que está siendo maltratado. “No está bien” ver a los hombres lloriqueando o quejándose. Se nos ha educado para que reprimir emociones comportarnos como “todos unos hombrecitos” desde pequeños.

La violencia, provenga del hombre o de la mujer, tiene el mismo origen: poder y control sobre la relación. Las motivaciones sin embargo pueden ser algo distintas — esposa, concubina, amante, pareja ocasional, madre — la violencia puede surgir con el fin de mantener control sobre la relación y la vida de la pareja, obtener algún tipo de beneficio económico, cuando se rompe la relación, cuando uno de los dos tiene una relación extramarital o cuando la relación extramarital pretende la formalidad de la relación. 

Algunas personas piensan que el maltrato emocional y psicológico no es violencia, sin embargo la violencia emocional o psicológica es tanta o más dañina que la violencia física o sexual. Una de las características más resaltante de la violencia o abuso emocional es la sugestión o alienación o el “lavado de cerebro” de la víctima Al igual que las mujeres maltratadas, ellos caen en una relación de la que no salen por muchas razones. No es que sean masoquistas. Es que se dan circunstancias emocionales que, si no buscan ayuda no pueden salir. Un ejemplo típico es la mujer que amedrenta al hombre con no dejarle ver a los hijos, que los esconde o les arruina las visitas. El maltrato muchas veces viene acompañado de chantaje y amenazas.

 Pueden utilizar la justicia de diferentes formas. Atacan por todos los frentes – difaman, amenazan o inventan el maltrato. Algunas mujeres, al no lograr sus objetivos, al enterarse de que el ex marido o la ex pareja tiene novia o en el caso de la amante que no logra el objetivo de formalizar su situación o cuando el hombre participa su decisión de separarse, lo acusan falsamente y piden una orden de protección. Inclusive hay casos que llegan al punto de auto inflingirse daño físico o psicológico, manipulan autoridades, amenazan o “molestan” a familiares cercanos, además de otras argucias, con el objeto de lograr sus propósitos. Muchas de las características y consecuencias del maltrato, son las mismas que la víctima mujer. Sin embargo, a diferencia de ésta, la violencia en el hombre no es tan prolongada ni extrema. A pesar de que en ocasiones la mujer puede ejercer algún tipo de violencia física, el hombre no siente peligro de daño físico ni temor por su propia seguridad. Tiene además, independencia social y económica, que lo hace pensar en que puede encontrar algún tipo de solución. El maltrato más común que sufren los hombres es psicológico y sutil, basado en la humillación y la manipulación y el económico, a través del engaño, el chantaje, el robo, el endeudarse para que pague el las cuentas, etc. 

Las víctimas de violencia psicológica pueden mostrar ansiedad y desasosiego permanente, depresión y descontrol emocional, deterioro de la autoestima, dificultades para establecer relaciones interpersonales duraderas, disminución de sus posibilidades intelectuales y de su capacidad de trabajo e incapacidad para asumir los cambios de vida de manera apropiada y/o pérdida de deseos e interés. Y esto es igual en hombres y mujeres.

Y aclaro, también habemos hombre bien “mal pedo” eso no se niega, sin embargo me pareció importante hablar de un tema que es tan espinoso y sobre todo tan poco atendido por las autoridades. Y con toda esta paja no espero cambiar al mundo, sin embargo me gustaría que la gente tuviera criterio propio y no actuaran como borregos, siempre caminando en fila. Lean, piensen, escuchen, critiquen, pero sobre todo tengan decisiones propias.



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