La Marcha del Amigo Solitario...
De un día para otro te llega la nostalgia, y hoy es uno de esos días en los que sientes que andas por andar, en que bailas solo, en que ries por no llorar… Sin embargo, sentado en mi cama, escuchando los ronquidos de mi refrigerador recuerdo cuando era adolescente y no había nada más que ir a la escuela (a hacerme pendejo), ir a las tocadas de Ska (sin boleto), ir al Chopo a “comprar” pendejaditas, o al Faro de Oriente a sentirme artista plástico o una mamada de esas, haciendo pintas en los muros porque las idas al Ministerio Público ya salían muy caras por andar grafietando en los vagones del metro Pantitlan, además de que ya nadie estaba dispuesto a aguantar mi “mal comportamiento”. Sin embargo no estaba solo, eramos dos amigos que vivían como hermanos, que comían en el mismo plato, y que hacían todo por divertirse, que compartían todo hasta la ropa (menos mal que no tuve novia en esos tiempos), y que en algún momento llegaron a compartir los sinsabores de una buena